lunes, 17 de noviembre de 2014

Realidades

6.47 A.M
Sólo quiere acostarse a dormir. Esa noche a sido demasiado larga. Esta cansada... muy cansada.
Abre la puerta de su casa, revisa que su pequeña esté durmiendo tal y como la dejó antes de salir, va por un sorbo de agua, se lava la cara, dientes y se pone la pijama. No alcanza a poner su cabeza sobre la almohada y suena el despertador.
Es increíble que hayan noches donde ella siquiera pudiera dormir. Su trabajo le ha pasado la cuenta.
Saca de algún lugar que ni ella sabe , la fuerza para levantarse e ir a despertar a Emma, su hija de 5 años.
- Buenos días preciosa - dice mientras acaricia con delicadeza su cabello.
Emma es una niña muy hermosa. A su corta edad es una niña muy madura, inteligente y despierta. Es la luz de su vida.
Después de haberla levantado, vestido y de haberle dando desayuno, se cambia de ropa y juntas van a tomar la micro para ir al colegio.
Se siente frustrada y tiene una pena que le invade el alma. Siente que no puede entregarle a su hija todo lo que quisiera, y que para hacerlo, tiene que venderse como mujer. No quiere que su pequeña se entere de todo lo que ha tenido que sufrir para poder darle un trozo de pan y los juguetes que tanto le pide. Es momento de bajarse. Llegan a su colegio y la despide nostálgica desde la puerta del establecimiento, esperando, que con fruto de esfuerzo y perseverancia, su hija pueda lograr mucho más que ella.